lunes, 10 de diciembre de 2012

Adoración Eucarística Perpetua, primer año en Cafayate

En el día de hoy se cumple el primer año de Adoración Eucarística Perpetua en Cafayate.Tan feliz acontecimiento no podía pasar desapercibido en nuestra feligresía , por ese motivo a partir de horas veinte en la capilla del Colegio de Maria , donde se viene realizando la adoración,  se dará una  Misa  . También sera entronizada la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, donación de un hermano cursillista y sera bendecida carteleria de señalizacion que ayudara a ubicar  la Capilla, la misma estará ubicada en sitios estratégicos de Cafayate.-

Qué es la adoración eucarística ?

Es adorar a la divina presencia real de Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en la Eucaristía. 
El cristiano, adorando a Cristo reconoce que Él es Dios, y el católico adorándolo ante el Santísimo Sacramento confiesa su presencia real y verdadera y substancial en la Eucarística. Los católicos que adoran no sólo cumplen con un acto sublime de devoción sino que también dan testimonio del tesoro más grande que tiene la Iglesia, el don de Dios mismo, el don que hace el Padre del Hijo, el don de Cristo de sí mismo, el don que viene por el Espíritu: la Eucaristía.-
Adorar es una forma sublime de permanecer en el amor del Señor. 
Por tanto, vemos que la adoración no es algo facultativo, optativo, que se puede o no hacer, no es una devoción más, sino que es necesaria, es dulce obligación de amor. El Santo Padre Benedicto XVI nos recordaba que la adoración no es un lujo sino una prioridad.
Quien adora da testimonio de amor, del amor recibido y de amor correspondido, y además da testimonio de su fe.

¿Por qué la Adoración Perpetua?

Porque es la manera que tenemos de dar una respuesta constante en el tiempo hacia Quien no deja de ser Dios y de amarnos con amor eterno. Pero, la Adoración Eucarística Perpetua conlleva, como consecuencia de lo anterior, otro mérito: en tiempos en los que nuestras iglesias están a menudo cerradas, una capilla siempre abierta, para quienquiera allegarse a cualquier hora del día o de la noche, es como los brazos siempre abiertos de Jesús, dispuesto a acoger a todo hombre. Es también una respuesta al clamor del Papa Juan Pablo II, vuelto también suyo de Benedicto XVI: “¡Abridle las puertas a Cristo! ¡Abrídselas de par en par!”



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